jueves, 14 de junio de 2007

La Escala sismológica de Richter


La escala sismológica de Richter, también conocida por su nombre más adecuado de escala de magnitud local (ML), es una escala logarítmica arbitraria que asigna un número para cuantificar el tamaño de un terremoto, nombrada así en honor de Charles Richter (1900-1985), sismólogo nacido en, Hamilton, Ohío, Estados Unidos.

Richter desarrolló su escala en la década de 1930. Calculó que la magnitud de un terremoto o sismo puede ser medida conociendo el tiempo transcurrido entre la aparición de las ondas P y las ondas S, y la amplitud de éstas. Las primeras hacen vibrar el medio en la misma dirección que la del desplazamiento de la onda, son ondas de compresión -y dilatación-. De velocidad de propagación muy rápida -de 5 a 11 km/s-, aparecen las primeras en un sismograma. A continuación llegan las ondas S, ondas de cizalla, que hacen vibrar el medio en sentido perpendicular a la dirección de su desplazamiento. Basándose en estos hechos, Richter desarrolló la siguiente ecuación:

M = \log_{10}A(mm) + 3 \log_{10}(8 \Delta t(s)) - 2.92 \,

donde A es la amplitud de las ondas S en milímetros, medida directamente en el sismograma, y Δt el tiempo en segundos desde el inicio de las ondas P al de las ondas S, asignando una magnitud arbitraria pero constante a terremotos que liberan la misma cantidad de energía. El uso del logaritmo en la escala es para reflejar la energía que se desprende en un terremoto. El logaritmo incorporado a la escala hace que los valores asignados a cada nivel aumenten de forma exponencial, y no de forma lineal.

La mayor liberación de energía que ha podido ser medida ha sido durante el Terremoto de Valdivia de 1960 ocurrido en la ciudad de Valdivia, el 22 de mayo de 1960, el cual alcanzó magnitud de momento (MW) de 9,5.

A continuación se muestra una tabla de las magnitudes de la escala y un comparativo con energía liberada.

Magnitud

Richter

Equivalencia de

la energía TNT

Referencias
–1,5 1 g Rotura de una roca en una mesa de laboratorio
1,0 170 g Pequeña explosión en un sitio de construcción
1,5 910 g Bomba convencional de la II Guerra Mundial
2,0 6 kg Explosión de un tanque de gas
2,5 29 kg Bombardeo a la ciudad de Londres
3,0 181 kg Explosión de una planta de gas
3,5 455 kg Explosión de una mina
4,0 6 t Bomba atómica de baja potencia
4,5 32 t Tornado promedio
5,0 199 t Terremoto de Albolote, Granada (España), 1956
5,5 500 t Terremoto de Little Skull Mountain, Nevada (Estados Unidos),1992
6,0 1.270 t Terremoto de Double Spring Flat, Nevada (Estados Unidos), 1994
6,5 31.550 t Terremoto de Northridge, California (Estados Unidos), 1994
7,0 199.000 t Terremoto de Hyogo-Ken Nanbu, Japón, 1995
7,5 1.000.000 t Terremoto de Landers, California, 1992
8,0 6.270.000 t Terremoto de México, México, 1985
8,5 31,55 millones de t Terremoto de Anchorage, Alaska, 1964
9,2 220 millones de t Terremoto del Océano Índico de 2004
9,6 260 millones de t Terremoto de Valdivia, Chile, 1960
10,0 6.300 millones de t Falla de tipo San Andrés
12,0 1 billón de t Fractura de la Tierra por el centro
Cantidad de energía solar recibida diariamente en la Tierra


martes, 5 de junio de 2007

Sobre el límite K-T

Aun hoy, treinta años después de que Jan Smit y Luis Alvarez, cada uno siguiendo su propia linea de investigación independiente, llegaran a la conclusión de que hace 65 millones de años, nuestro planeta sufrió el brutal impacto de un meteorito de enormes proporciones que acabó con los dinosaurios y con el 75% de las especies vivas existentes entonces, hay quien lo duda.
Es evidente que en un 99% de posibilidades, eso fué lo que ocurrió. Las evidencias del impacto son claras, empezando por la famosa capa de 3mm de grosor que se encuentra en medio mundo justo en el límite cretácico-terciario y que está enriquecida en iridio, metal poco abundante en la corteza terrestre pero muy común en los meteoritos extraterrestres y terminando por el ya famoso también, crater de Chicxulub en la Península de Yucatán (México), cicatriz evidente de aquel enorma asteroide. Pero claro, hablamos del pasado, de Geología y he aquí uno de los puntos más fascinantes de esta ciencia tan inexacta. EL que, como no podemos reproducir en un laboratorio acontecimientos de proporciones titánicas ocurridos hace millones de años, las conclusiones a las que llegamos siempre son teorías; nunca leyes o principios exactos. Es por eso que la imaginación y la intuición pueden llegar a ser tan importantes para un geólogo.
Desde aquí quiero recordar a esos dos hombres que consiguieron solucionar uno de los grandes misterios de la historia de nuestro planeta, Jan Smit y Luís Álvarez.